
¿Triste por no poder viajar? ¡Quiero que sepas que es totalmente normal!
Estar triste por no poder viajar debido al coronavirus es perfectamente normal, y no hay de que avergonzarse.
Está claro que hay problemas más graves que no poder viajar por el mundo. Pero todos tienen el derecho a sentirse triste cuando, cuánto y por qué quieren.
La crisis que estamos viviendo nos ha privado de la mayor pasión que un viajero puede tener: explorar el mundo y sentirse libre.
Porque después de todo… Un verdadero viajero sabe que “lo que nunca ha visto, solo puede encontrarlo donde nunca ha estado!”
La primera vez que realmente empecé a preocuparme por el Covid-19 fue el 2 de marzo de 2020, mientras estaba en el pleno de mi viaje por Sudamérica.
Recuerdo que estaba en mi habitación en la Favela de Santa Marta, en Río de Janeiro, cuando mi padre me llamó y me preguntó si en Brasil todo seguía bien.
En ese momento estaba tan metida en mi viaje que ni siquiera me había dado cuenta de la gravedad de la situación.
El 3 de marzo de 2020, los casos confirmados en Italia ya eran 2089, 107 muertos y 276 curados.
En la tarde del 9 de marzo, el Presidente del Consejo Italiano, afirmó que no había más tiempo que perder. Había demasiados contagios, demasiadas muertes.
Fue así que, a partir del 10 de marzo de 2020, en Italia empezó el primer confinamiento que se suponía duraría 2 semanas, pero no era más que el comienzo de una pesadilla que duraría meses, tal vez años, aunque eso aún está por verse.
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Estás triste por no poder viajar? ¡Quiero que sepas que es perfectamente normal!
Debido a la pandemia tuve que cancelar mi viaje por Sudamérica, África y Asia, y sé que como yo muchos de vosotros os habéis visto obligados a cancelar esos viajes soñados y planeados durante mucho tiempo.
Así que, cualquiera que esté leyendo este artículo, tiene dos cosas en común conmigo: el amor por los viajes en nuestro ADN, y la tristeza de no haber podido viajar libremente durante 10 meses.
Siempre trato de pensar en positivo. Pero últimamente he notado que muchas otras personas parecen disfrutar del hecho de que estamos perdiendo un tiempo precioso, que nunca volverá.
Porque, después de todo, este año estamos viviendo una vida que no nos pertenece. Donde no podemos coger un avión cuando queremos, abrazar a nuestros amigos, o ir a bailar y pasarla bien conociendo a gente nueva.
Todos sentimos que nuestra libertad ha sido restringida por algo ajeno a nosotros. Es un sentimiento que nunca hemos sentido antes, y lo odiamos, especialmente porque es una limitación que está fuera de nuestro control.
Tarde o temprano todo volverá a ser como antes y los viajes volverán, y la tristeza de no poder viajar se desvanecerá para siempre. Pero cuando todo sucede tan repentinamente, y no te lo esperas, cuando prácticamente estás empacando para irte y tus planos se interrumpen en dos segundos, es difícil de aceptar.
Es frustrante, y nos hace querer romper las reglas (aunque después no lo hagamos), solo para dejar de sentirnos tan decepcionados e impotentes.
El mundo está parado, pero las manecillas del reloj siguen girando
Dicen que los jóvenes somos egoístas, superficiales y que no tenemos paciencia. Me gustaría recordarles a todas estas personas que el mundo está parado, pero el tiempo sigue fluyendo hacia adelante.
Así que llamadme egoísta si me pone triste la idea de haber desperdiciado mis 28 años encerrada en casa. Sin poder viajar y sin poder cumplir muchos de mis sueños.
Con eso no quiero decir que no me importa el hecho de que cada día mueran miles de personas en todo el mundo. Todo esto me entristece y a la vez me enfada porque me siento completamente impotente en este sentido.
Mi deseo es que este año Santa Claus exista de verdad, y que nos trajera una vacuna suficiente para los 8 mil millones de personas en el mundo. Todo para que no nadie más se muera solo, en una cama de hospital, lejos de sus seres queridos.
Pero aunque soy consciente de que hay quienes están mucho (pero mucho) peor que yo, sigo estando triste, porque soy egoista y QUIERO VIVIR… ¡estoy muy cansada de NO PODER IR A DONDE YO QUIERA!
Estoy segura de que hablo en nombre de la mayoría de los jóvenes cuando digo que lo único que queremos es volver a vivir nuestras vidas, aunque eso signifique ser mucho más cuidadosos y viajar con seguridad.
Así que me surge la pregunta: después de ser obligados a guardar todos nuestros sueños y planes para este 2020 en un cajón, ¿quién os da el derecho de juzgar a aquellos que aún tienen la más mínima esperanza de poder volver a viajar pronto?
En mi opinión… ¡Nunca hay que perder la esperanza!
Si os digo esperanza, ¿Qué os viene a la cabeza?
Nunca he sido muy fan de la esperanza, pero es por ella que he podido seguir adelante con mi vida en los últimos meses.
Según el diccionario, la esperanza es “el estado de ánimo en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende en algún momento se haga posible”.
En abril me convencí de que podría volver a empezar mi viaje en septiembre. Claro está que no fue posible, pero lo DESEÉ DURANTE MUCHOS MESES y, aunque estuviera triste por no poder viajar, eso me dio la fuerza para seguir adelante.
¿Y sabéis qué? Esa esperanza me dio la fuerza para seguir hacia adelante, y vivir la cuarentena de la “mejor forma posible”.
Ahora estoy aquí, de nuevo, con la esperanza de poder volver a viajar en febrero. Y no pienso dejarme deprimir por aquellos que lo unico que hacen es agobiarse aún más por lo que dicen en la televisión.
Cerréis los ojos y tratad de imaginar la felicidad y la sensación de libertad cuando por fin subiremos a ese avión que nos llevará a ese destino que hemos soñado durante muchísimo tiempo.
Mientras tanto, mientras esperamos que las fronteras del mundo vuelvan a abrirse de una vez por todas, seguid esperando y planificando vuestros próximos viajes sin dejar que nadie os desanime.
No estáis solos, somos muchos que estamos sintiendo lo mismo.
Un abrazo virtual para todos vosotros, ¡compañeros viajeros!
Quiero viajar: no a las Indias imposibles o a las grandes islas al sur de todo, sino a cualquier lugar, pueblo o ermita, que posea la virtud de no ser ESTE lugar.
No quiero ver más estas caras, estos hábitos y estos días.(Fernando Pessoa)